Mis queridísimos “incondicionales”, hoy tenemos un tema bien importante que nos trae nuestra “incondicional” Ana:

«Llevo tiempo intentando mantener mi vibración lo más alta posible, procurando estar positiva ante las circunstancias de la vida que se me presentan. Pero cuando mejor creo que me siento pasa algo desagradable que me baja la vibración de golpe y me siento fatal y tengo verdaderas dificultades para volver a encontrarme bien. Sé que tengo que trabajarme las emociones negativas pero la verdad es que no sé ni cómo empezar. Me caen encima como una losa bien pesada que me aplasta y toda mi positividad se me va por la alcantarilla. Siento que el Universo me está castigando por algo que he dicho o hecho pero no sé en qué me estoy equivocando.»

 

Gracias Ana por esta maravillosa cuestión que nos abre un asunto muy interesante y necesario: el manejo de las emociones. Es un tema muy amplio por lo que hoy sólo vamos a centrarnos en construir unos buenos cimientos para la relación con nuestras emociones. Para ello es básico aclarar algunos conceptos y derribar algunas mentiras y leyendas urbanas sobre las emociones, especialmente las emociones negativas..

 

Mentira número 1: Las emociones no son más que una reacción a un hecho

La mayoría de personas piensa que las emociones no son más que una reacción a un hecho. Si algo triste ocurre te sientes triste, si alguien te empuja te enfadas, si alguien te amenaza te sientes intimidado… Pero la respuesta de la emoción al hecho no es algo automático, la emoción realmente depende de cómo interpretas ese hecho, de los pensamientos, las creencias que tienes al respecto.

Así que realmente no existen las emociones “negativas” sino más bien pensamientos “negativos”, limitantes e inútiles que nos provocan ese malestar. Sería más adecuado llamarlas emociones desagradables pero como estamos acostumbrados a llamarlas emociones negativas, lo seguiremos haciendo para entendernos.

 

Mentira número 2: Ser emocional es ser débil

Desde pequeños nos han enseñado que para tener éxito en la vida hemos de poder “controlar” (o más  bien reprimir) nuestras emociones. Ser visto como emocional  es inapropiado especialmente en algunos ámbitos públicos como la escuela y el trabajo. Las emociones son  consideradas lo opuesto a la lógica y lo racional. Tienes que actuar con calma y tomar decisiones con la cabeza fría y calculadora. Por eso se nos cae la baba de admiración con los héroes duros que pegan hostias y disparan sin despeinarse tipo James Bond.

Este adiestramiento lo hemos tenido tanto hombres como mujeres, pero culturalmente a los hombres se les ha puesto más  difícil. A nosotras con  la excusa de nuestras revolturas hormonales se nos ha permitido un poco más el soltar la válvula emocional pero a los hombres se les ha obligado a tragar muchas lágrimas desde bien jovencitos para parecer muy machos, de tal manera que muchos se han olvidado de sentir. Pero ahora que la mujer cada vez está compitiendo más en el terreno profesional, también ha tenido que empezar a masculinizarse reprimiendo cada vez más su lado femenino emocional y desconectándose de su guía interior.

Pero la cuestión es que realmente, fuera de la imposición cultural, tanto el hombre como la mujer es masculino y femenino a la vez, y como evolucionamos más es poniendo a trabajar conjuntamente ambos polos, ambos hemisferios cerebrales,  mente y cuerpo, porque no olvidemos que las emociones son algo físico, las sentimos en el cuerpo.

Pero no interesa que seamos seres completos e independientes, nos quieren fraccionados y manipulables, reprimidos y desconectados de nuestra inteligencia interna, de nuestra intuición, de nuestro feedback emocional.

Controlar vs. reprimir las emociones

Solemos confundir control emocional con represión emocional. Cuando hablamos de controlar nuestras emociones realmente lo que tenemos que controlar son los pensamientos que hay detrás de ellas, lo que nos decimos para sentirnos de esa manera, no las emociones en sí. Observar lo que nos estamos diciendo sobre esa situación, sobre nosotros mismos, sobre el otro, sobre el mundo y ver si realmente nos está sirviendo de algo. Y si nos está haciendo más mal que bien, buscar otra interpretación más constructiva, que nos haga sentir mejor.

Cambiando la forma en que pensamos, podemos cambiar o tomar control sobre cómo nos sentimos.

Reprimir la emoción, es negarla, es esconderla de los otros y de  nosotros mismos. Es encerrarla en el sótano del subconsciente para que siga creciendo y a la vez se manifieste en alguna parte de nuestro cuerpo como un parásito que se engorda y enquista creando un bloqueo energético que con el tiempo, si lo ignoramos y no hacemos nada para evitarlo, puede derivar en una enfermedad. Por eso, reprimir es malo, muy malo, caca.

 

 

Mentira numero 3: expresar las emociones negativas siempre es dañino

Mentira! Todo lo contrario, es saludable, es necesario. Pero, ojo,  no confundamos expresar una emoción con hacerlo de manera violenta, volcando nuestro veneno o nuestro pesar sobre otros.

Si por ejemplo tu pareja te deja y te sientes triste, permítete sentirte triste, revuélcate en la tristeza, pero hazlo de manera constructiva. Permítete llorarle un rato cada día, permítete enfadarte con el otro para salir de tu impotencia y escríbele una carta envenada con lo peor de lo peor pero no se la mandes, móntate una escena privada en la que le digas de todo menos bonito, saca todo ese dolor para fuera, háblalo con alguien que te sepa y te quiera escuchar porque decir las cosas en voz alta al igual que plasmarla en un papel es muy sanador y te ayuda a integrar y a aceptar. Pero todo ello sin necesidad de lanzar tu malestar a nadie realmente, es un trabajo individual, íntimo, tuyo con tu emoción, el otro no tiene nada que ver.

Lo mismo cuando surge la ira, una emoción empoderadora que nos ayuda a salir de la tristeza y la impotencia, pero que ha sido demonizada socialmente porque se confunde con la ira reprimida que como una olla a presión que explota si no le dejamos aliviarse sacando vapor por la válvula de escape acaba  manifestándose en explosiones de rabia y violencia.

 

Mentira número 4: Las emociones negativas  son simplemente el sufrimiento inherente de la vida

Photo credit: sylvain.collet / Foter / CC BY

Photo credit: sylvain.collet / Foter / CC BY

Las emociones son una parte importante del mecanismo diseñado para ayudarnos a recordar quienes somos realmente y para qué estamos aquí.

Cuando miro a mi hija de 8 meses, la veo llena de alegría y entusiasmo por la vida. Ese es nuestro estado natural, así es como planeamos venir a nuestras vidas enteras. No hemos venido a sufrir, ni a pagar deudas, ni a aprender duras lecciones o a padecer para ganar una recompensa divina en el más allá.  Todo eso son invenciones posteriores para manejarnos. Realmente a lo que vinimos es a vivir una buena vida, a jugar, a sentir, a experimentar la vida física, nuestro cuerpo, la naturaleza, el amor, y por supuesto, el sexo, que no falte…

 

Nuestro sistema de guía emocional está para ayudarnos a darnos cuenta cuando nos desviamos de esta vida. Las emociones tanto positivas como negativas están para hacernos saber hacia dónde estamos enfocando nuestra atención.

Cuando sentimos emociones positivas nos estamos enfocando en algo que nos gusta y cuando sentimos una emoción negativa lo estamos haciendo en lo que no queremos, en lo que nos desagrada. Y muchas veces  no somos conscientes de que lo estamos haciendo.

Como he dicho nuestro estado natural es de felicidad, es un estado de vibración alta. Cuando nos enfocamos en lo que no queremos, eso nos hace sentir mal, y si nos mantenemos mucho tiempo enfocándonos en ello eso hace que baje nuestra vibración. Empezamos a sentirnos cada vez peor, atraemos cada vez más pensamientos negativos y acabamos reflejando esa densidad en nuestro mundo externo, atrayendo más de lo que no nos gusta.

Y las emociones positivas simplemente nos avisan cuando estamos cerca de nuestra verdadera naturaleza, cuando estamos más equilibrados, somos más nosotros mismos.

La emoción es un mensajero que está picando a nuestra puerta porque tiene una importante noticia que entregarnos. Es un mensajero diligente y testarudo que no piensa irse hasta que le abramos la puerta. Empezará tocando tímidamente el timbre, pero si le ignoramos, cada vez insistirá más, apretando insistentemente el timbre, manteniéndolo pulsado hasta quemarlo y acabará gritándonos y dando puñetazos y patadas a la puerta para tirarla abajo, hará todo lo posible para captar tu atención..

Pero en cuanto te permites sentir la emoción, es como abrirle suavemente la puerta, tomar el aviso con agradecimiento y con un saludo rápido el mensajero se despide y se va, quedándote una gran sensación de alivio  al dejar de resistirte a recibirlo.

El sufrimiento viene cuando nos negamos a sentir la emoción, cuando intentamos ignorarla y vuelve y vuelve en forma de malestar, tristeza, agobio, frustración, enfado, desepero…  Y como no queremos sufrir buscamos una vía de escape a través de la anestesia o llenando el vacío con adicciones que nos proporcionan un alivio momentáneo.

Como hemos sido entrenados para ignorar nuestras emociones, al principio puede ser un poco difícil atrevernos a sentirlas en primer lugar y después a entender su mensaje, cuando tu mente necesita una explicación para permitirte liberarla. Tenemos que aprender su lenguaje, habituarnos a su manera de comunicarse, en qué parte del cuerpo la sientes, cómo la sientes, qué sensaciones tienes, qué memorias te vienen, qué pensamientos aparecen, qué te estás diciendo a ti mismo sobre la situación que te afecta, y qué te decías en las situaciones de tu pasado en las que te sentiste igual que ahora y están viniendo a tu memoria…

Realmente muchas veces con permitirnos sentirla es suficiente para poder liberarla, pero nuestra mente puede interferir queriendo respuestas a por qué nos sentimos así. Hay infinitas técnicas de liberación emocional y en próximos posts compartiré algunas de las que practico con mis clientes con excelentes resultados, para que las probéis cuando se os plantee alguna emoción que queráis soltar.

 

Mentira número 5: Si me permito sentir la emoción negativa me pondré peor

El enfocarnos conscientemente en una emoción negativa que ya tenemos no nos va a provocar más sufrimiento. Lo que estamos haciendo es observarla, reconocerla y ver qué nos está diciendo.

No tiene nada que ver con enfocarte a propósito en todo aquello que te hace sentir mal. No es que si estás triste, te pongas a ver las noticias, te vayas al cine a ver un melodrama, te tragues todos lo culebrones de la tele y empieces a fijarte en lo injusto y triste que es el mundo. No es sufrimiento nuevo que nos provocamos, es sufrimiento viejo, y a veces muy viejo. Y al hacerlo, sacas a la superficie ese algo en lo que te estás enfocando realmente y que  no te sirve y al mirarlo a la cara te haces consciente de lo que es para poder parar de hacerlo.

Y ahora tú ¿qué estás reprimiendo?

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