Emociones negativas en estado natural

En el post anterior vimos la causa principal por la que nos quedamos atrapados en estados emocionales negativos. Hoy vamos a explorar las emociones negativas en su estado natural, es decir, no reprimidas. Y el proceso natural por el que las atravesamos de manera rápida y fluida. Ésto es importante de entender para no demonizarlas, comprender lo que nos pasa y así permitir que el proceso actúe de manera más eficaz, sin meternos por en medio ni estorbar.

Vamos a ver el proceso natural de algunas emociones «negativas» como la tristeza, el enfado o ira y la frustración. Y cómo nos ayudan a avanzar en nuestro proceso de empoderamiento:

  • a ganar confianza, autoconocimiento y autoestima y
  • alcanzar estados emocionales y de conciencia superiores.

 

El enfado en estado natural

El enfado en su estado natural es más parecida a la frustración. Y no se parece en nada a lo que estamos habituados y llamamos enfado. Lo que nosotros conocemos es más bien ira fuertemente reprimida, es decir, rabia.  Y todas las formas en las que se puede manifestar desde odio, sed de venganza, celos, envidia, furia asesina …

La ira en estado natural como he dicho es más parecida a la frustración. Me siento impotente ante algo y el enfado es una manera de subir mi energía, de empoderarme para salir de esa impotencia. Es ese subidón de testosterona que nos hace sacar el guerrero o la guerrera que tenemos dentro, para que actúe y nos saque de donde nos sentimos atrapados.

El enfado reprimido

Confundimos lo que es el enfado con la rabia, porque nos han enseñado a reprimir el enfado desde muy pequeños. Nos han inculcado que es algo malo. Pero si por ejemplo, imagina que tu hijo está jugando con una pelota y otro niño viene y se la quita. Tu hijo se enfada y va y le pega una patada al niño que le ha quitado la pelota. Y tú, claro, le regañas.
Si no le específicas que el enfado no está mal le estarás incitando a la represión. Y eso es veneno que se acumula en su cuerpecito. Si le dices que enfadarse es una reacción normal y que tiene todo el derecho a ello. Pero que lo que no es correcto es la forma de expresarlo haciendo daño a otra persona, le estarás haciendo un gran favor.

El enfado no es algo terrible que hay que reprimir sino su forma de expresión violenta contra otros. 

Hay que distinguir entre lo que es la emoción y su forma de expresión. No hay que demonizar la emoción. No es malo enfadarse. «No, es que yo soy muy espiritual y no me puedo enfadar». Pues claro que te puedes enfadar, pero lo que no puedes es ir cogiendo a la gente por los pelos.

 

Liberación constructiva del enojo

Por eso es importante aprender a hacer liberaciones de la ira de manera constructiva, es decir, no volcando la ira en otra persona ni, por supuesto, sobre ti sino sacándola de tu cuerpo y de tu mente en el lugar y el momento adecuado. Por ejemplo, a un niño que tiene una pataleta le podrías invitar a dar puñetazos a un cojín o bien a dar patadas en el suelo para descargar esa ira.

Como adulto también es muy recomendable hacer ésto. Hombre, si el cabreo te entra en una reunión de trabajo, no vas a ponerte a dar puñetazos y patadas delante de todos, eso no sería muy recomendable. Pero lo que puedes hacer es, en cuanto sales de la reunión o en cualquier momento que puedas (preferiblemente en soledad) si todavía sigues calentito o calentita, permitirte hacer un ejercicio de liberación constructiva de la ira.

Puedes poner a parir a esa persona con la que te has cabreado. Puedes decirle o hacerle de todo en tu imaginación sin que le estés haciendo realmente ningún daño a la otra persona.  Te aseguro que es súper potente para sacar todo ese veneno de ti y salir de la impotencia. Cuando consigues quedarte bien satisfecho y ya estás más calmado, entonces es cuando si todavía consideras que tienes que resolver  algo externamente con esa persona o situación, lo vas a hacer desde un lugar más empoderado y más tranquilo.

La tristeza en estado natural

La tristeza en estado natural es más bien como una bajada de energía. Sientes tristeza cuando sientes que has perdido algo o alguien querido, ha salido de tu realidad. Aunque nos suele costar aceptarlo y a veces mucho, que las cosas o las personas salgan de nuestra vida es algo normal y natural. La realidad, al igual que el proceso emocional, también es fluida, es puro cambio.  Hay cosas que se tienen que ir para dejar espacio a otras nuevas, y así sucesivamente.

Lo que pasa es que hay una parte de nosotros que odia el cambio y quiere que todo permanezca igual. Y es esa parte a la que le baja la energía cuando algo que quieres se va. Esa bajada de energía es una manera de interiorizar, de meterte para dentro, sentir esa pérdida y reflexionar sobre ella para prepararnos para seguir adelante.

Al contrario que en el enfado, que es una subida de energía que nos saca hacia fuera para actuar. La tristeza es una bajada de energía que nos mete para adentro para reflexionar. La tristeza te hace que te cuestiones sobre lo que se ha ido y sobre cómo está tu vida en este momento, para que te recuperes, te adaptes, cojas fuerza y encares la vida hacia adelante de nuevo.

 

El duelo, un proceso de sanación

Este proceso puede ser más rápido o más lento y profundo en función del nivel de tristeza, del grado de la pérdida y de la disposición de la persona a aceptarla. La manera de hacer este proceso lo más liviano posible es observar eso o esa persona que se ha ido con cariño, con amor y con gratitud. Reflexionar sobre lo bueno y el aprendizaje que te ha dejado. Y agradecerle el haberte acompañado ese tiempo en tu vida. La tristeza te ayuda a asimilar esa pérdida, a aceptarla. La manera de salir de ahí es permitirse sentir esa tristeza y liberarla. Llorarla si es necesario y sanarla con amor.

Sin embargo, cuando no lo aceptamos, cuando nos sentimos traicionados por la vida, lo vivimos como un castigo divino, como algo que nos han arrebatado … en lugar de entender que es un proceso natural de la vida, es cuando nos podemos quedar atrapados en la depresión y no nos permitimos avanzar en la vida.

 

Cómo superar las emociones negativas: El proceso natural de las emociones

La escala emocional se superpone sobre la escala de empoderamiento. Y el objetivo es recuperar el proceso natural de las emociones que nos permite subir y bajar por esa escala de una manera muy fluida. Los niños pequeños lo hacen de manera natural.

Recordemos que la escala de empoderamiento la veíamos como una línea vertical donde arriba nos sentíamos en el poder total y abajo en la impotencia total. En la parte alta sentimos emociones positivas y mientras más arriba estamos mejor nos sentimos. Y en la parte baja de la escala, sentimos emociones negativas y mientras más abajo estamos nos sentimos peor.

Vamos a colocar las emociones básicas en estado natural en la escala de empoderamiento. Arriba del todo ponemos la alegría y en la parte baja ponemos la frustración, la ira y la tristeza.

Escala emocional básica sobre escala de empoderamiento

 

El proceso emocional en un niño

Imaginemos un niño pequeño que está jugando. Se lo está pasando pipa, así que está arriba vibrando en la alegría. Quiere probar de hacer algo nuevo. Por ejemplo ha cogido dos cubos y quiere encajarlos. Lo intenta varias veces pero no hay manera, empieza a frustrarse (baja a la parte de las emociones negativas) y empieza a sentirse impotente (ya está a bajo del todo en la impotencia, nivel de vibración similar al de la tristeza).

Llora y se enfada. A medida que crece su enfado, empieza a salir de la impotencia. Libera el enfado gruñendo y tirando los cubos. Después de desahogarse y salir de la impotencia, se calma (esto dura segundos) y empieza a jugar con otra cosa. Ya se ha olvidado completamente de los cubos. Y empieza otra vez a pasárselo bien. Al cabo de un rato vuelve a coger los cubos y finalmente consigue encajarlos. Y le vuelve a dar un subidón de alegría por su logro.

¿Y los adultos qué hacemos?

Nosotros seguimos ahí peleándonos con los bloques, echándoles la culpa a ellos o a otros de porqué no nos sale. Y nos quedamos ahí frustrados o impotentes, diciéndonos cosas como «Esto es muy difícil, no soy capaz, nunca lo conseguiré, nadie me ayuda …» Y muchas veces lo dejamos y no lo volvemos a intentar nunca más.

El niño no hace eso. Lo deja temporalmente y se distrae con otra cosa, lo que le permite subir de nuevo la vibración. Y después, cuando ya se siente bien, vuelve a intentarlo con una energía y una mirada renovadas. Aprovecha el aprendizaje del intento anterior y al final lo consigue. Los adultos, que acumulamos creencias limitantes, dificultamos mucho este proceso si nos dejamos arrastrar por ellas. Las creencias limitantes no son verdades sino son cosas que nos decimos y hemos escogido creer.

Si los niños se dijeran esas cosas de pequeños ninguno de nosotros estaría caminando hoy en día. Porque se tienen que caer y levantar muchas veces antes de aprender a caminar.

Es primordial recordar que nos hemos de permitir sentir las emociones y liberarlas. Ellas nos van a ayudar a detectar esas creencias, esas historias que nos estamos contando y que nos mantienen ahí atascados. Hemos de reaprender a atravesarlas de manera natural para salir fortalecidos de ellas.

Recordemos que el enfado nos saca de la impotencia, la tristeza nos lleva a la reflexión y la frustración
nos avisa cuando estamos enfocándonos en lo que no nos sale en lugar de lo que queremos. Así que permítete ser de nuevo un niño y bailar con tus emociones de una manera mucho más fluida.

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Nos vemos en la siguiente entrega. ¡Hasta muy pronto!

¡Un gran abrazo!

Raquel

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