Al empezar un año nuevo solemos estar llenos de ganas de iniciar maravillosos propósitos. Esperanzados con que una vez logrados conseguiremos encontrarnos mejor con nosotros mismos y por tanto seremos más felices. Esas intenciones de cambio como ponerte en forma, perder esos quilos de más, dejar de una vez por todas el maldito tabaco, sacarte por fin esa asignatura que tienes atragantada, dedicar más tiempo a tus hijos …

Pero si te fijas verás que algunos de estos propósitos tienen un poco de moho. Son los que sacamos del armario cada final de año y colgamos del árbol de navidad para que luzcan. Sin embargo por mucho que los desempolvamos siguen oliendo a rancio. ¿Y eso por qué? Porque cada año, tarde o temprano acabamos tirando la toalla y los volvemos a guardar en el fondo del armario. Cada enero se llenan los gimnasios de personas motivadas (y con unos kilos de más después de las comilonas navideñas), aunque por algún extraño fenómeno una gran parte de ellas va desapareciendo misteriosamente a lo largo del año.

Y lo mismo pasa con los propósitos nuevos de trinca, envueltos en papel brillante y adornados con su espléndido lazo rojo. Son tan bonitos en su empaquetado, que los dejamos de decoración en nuestra mesita de noche y un día por otro no nos atrevemos a sacar de su fantástico envoltorio de sueños pendientes de satisfacer.

¿Pero qué nos pasa? ¿Para qué tener propósitos si no los vamos a cumplir?

Queremos tener propósitos porque nos han dicho que la clave de la felicidad es llevar a cabo nuestros sueños. Pero luego sale a sabotearnos vilmente nuestro Mr. Hide (esa parte de nosotros que no quiere avanzar por diversos motivos originados en el miedo o la pereza y que nos manipula desde las sombras). Se sube a tu hombro y empieza a susurrarte al oído todos esos “poderosos argumentos” por los que deberías abandonar:

  • No es tan importante, mira todas estas cosas mucho más urgentes que tienes que hacer.
  • Pero cómo se te ocurre ser tan egoísta y anteponer tus intereses a los de tu familia, ellos te necesitan. Además ya sabes que no lo van a entender y no vas a tener su apoyo.
  • ¡Ay qué pereza tan grande! ¿Cómo te vas a poner a hacer eso ahora? Anda, quédate un ratito más en el sofá, mira lo que echan en la tele, ya nos pondremos luego…
  • Recuerda lo que pasa cada vez que te propones algo en serio y no lo consigues, ¿quieres seguir acumulando fracasos en tu saco de decepciones?
  • Además ¿la ley de atracción no dice que con sólo pensarlo tu deseo vendrá a ti?, pues para que molestarte en hacer nada.

Y muchos más, tu Mr. Hide es una fuente inagotable de razones para abandonar, incluso antes de empezar.

Pero Mr. Hide no es un ente independiente, es nuestra creación, es nuestra mente llena de miedo actuando como una madre sobreprotectora. El mando se lo hemos dado realmente nosotros, así que podemos decidir escucharle o bajarle el volumen hasta dejarlo mudo.

Si quieres tener buenas armas con las que combatir los embistes de tu auto-sabotaje hay herramientas muy efectivas que te ayudarán a continuar en tu propósito (mientras no acabas de creerte del todo lo poderos@ que eres).

Prepara tu mochila, vacíala de lo que ya no te sirva, llénala con tus recursos y capacidades y prepárate para un viaje extraordinario hacia tu sueño.

Para empezar, te sugiero que pruebes esta simple y poderosa práctica:

¿Te apetece?  Tómatelo como un juego y diviértete.

 

Carta al Universo

 

Photo credit: Tom Jenssen / Foter / CC BY-NC-ND

Carta al Universo Photo credit: Tom Jenssen / Foter / CC BY-NC-ND

 

NOTA: Es muy recomendable que lo que decidas en esta práctica lo dejes por escrito, si sólo lo piensas, los pensamientos se los lleva el viento. Necesitas tener un recordatorio de este momento tan importante. Sí, lo es, independientemente de las dimensiones de tu propósito. Estás firmando un contrato contigo mismo y con el Universo, en el que estás diciendo lo que deseas y estás afirmando que estás firmemente comprometido a conseguirlo. Aunque suene solemne, que nunca deje de ser divertido.

Durante la práctica, te vas a plantear una serie de preguntas y es muy importante que te tomes el tiempo necesario para responder, aunque al principio puede ser que te cueste y te quedes en blanco, tranquil@, respira y deja que las respuestas vengan a ti. Esta práctica puede durar entre 5 minutos y media hora, dependiendo del tiempo de que dispongas y las ganas de permanecer sumergid@ en tu sueño.

Una vez hechas estas aclaraciones, continuemos:

 

 1) ¿Qué es lo que quiero realmente?

A pesar de que hacerte esta pregunta es algo muy sencillo y necesario, en la práctica raramente lo aplicamos. Muchas veces vamos en piloto automático haciendo por hacer. O escogemos propósitos que quedan bien, hacemos lo que se supone que tenemos que hacer, pero en lo más profundo sabemos que no nos apetece un carajo. Vamos dando tumbos y despilfarrando tiempo y energía en cosas que no nos satisfacen, requiriéndonos mucho esfuerzo que nos va desgastando. Mientras que si nos enfocamos en lo que realmente deseamos, todo resulta mucho más fácil, no nos agotamos tan rápidamente, nos recargamos las baterías con la ilusión, disfrutamos del proceso y saltamos los obstáculos con ímpetu.

 

Concreta todo lo que puedas:

Así que pregúntate: ¿A dónde quiero ir? Nuestro cerebro es un navegador que necesita que le digas donde quieres ir para funcionar. Si no le dices a dónde, no sabrá qué hacer, andará despistado, perdido en sus propios pensamientos y escuchando los susurros cautivadores de Mr. Hide. Necesita que le digas algo bien concreto, no le sirven objetivos genéricos o abstractos, señálale un punto exacto en el mapa.

 

Photo credit: Ken-ichi / Foter / CC BY-NC

Mapa de mi deseo Photo credit: Ken-ichi / Foter / CC BY-NC

Concentra tu atención en lo que quieres:

Nuestra mente inconsciente nunca deja de trabajar, siempre está procesando y analizando información. Y dirige nuestros pasos hacia el lugar donde está puesta nuestra atención. Sin un objetivo bien definido, esa energía se desparrama en todas las direcciones. La energía va a dónde diriges tu atención.

Pero entonces, ¿qué hago si mi objetivo es algo abstracto como por ejemplo mejorar mi relación de pareja?  entonces lo que puedes concretar son:

  • las pruebas que tendrás de esa mejora como, siguiendo con el ejemplo anterior, poder resolver los conflictos desde el amor y la comprensión, que ambos seamos capaces de reconocer nuestros propios errores y de perdonárnoslos, disfrutar de actividades comunes, que haya más complicidad y humor en el día a dia, hacer planes futuros conjuntos, etc.
    • Pregúntate:¿Qué pruebas tengo de mi progreso?, ¿Cómo sabré que me estoy acercando a mi objetivo?,  en definitiva ¿Cuales son esos puntos intermedios en el mapa del tesoro?
  • Cómo quieres sentirte en la situación deseada ¿Cómo me voy sintiendo? ¿se va pareciendo a lo que quiero sentir cuando lo haya logrado? 

 

Siempre en positivo

Muchas veces en lugar de centrarnos en lo que queremos, lo hacemos en lo que no queremos. Es verdad que es necesario observar lo que no nos gusta para poder escoger lo que sí. Y para ello no se requiere mucho tiempo, sólo el suficiente para darnos cuenta de que no nos interesa.

Pero en lugar de tomar la decisión en el mismo instante en el que reconocemos que no es para nosotros, nos quedamos hechizados observándolo, atrapados en la situación indeseada, mientras nos refugiamos en la queja. Y como donde ponemos la atención va la energía, le damos  más fuerza y empezamos a manifestar en nuestra realidad más de eso de lo que nos queremos alejar.

Además tu subconsciente pone atención en las palabras tal cual las dices, ignorando la negación. Si tu propósito es por ejemplo No tener dificultades con el dinero, tu subconsciente entiende Tener dificultades con el dinero. Entonces tus pensamientos cada vez que vean la oportunidad buscarán pruebas de lo carente que es el dinero en tu vida, como las facturas pendientes, las privaciones, la angustia de no llegar a fin de mes … y tu cinturón ajustado cada vez te apretará más y  más, reforzando tu creencia de lo dificil que es para ti tener dinero. Por eso, es preferible pensar en lo que sí quieres, como podría ser, quiero tener más abundancia en mi vida, más dinero, conseguir ese ascenso en el trabajo, esa subida de sueldo, triunfar con mi negocio, etc.

Al principio puede que nos cueste cambiar este mal hábito generalizado y desviar nuestro foco de atención a nuestro propósito, sobretodo cuando al mirar a nuestro alrededor todo nos está demostrando lo contrario en este momento. Y es que el mundo siempre nos da la razón, si sólo te fijas en lo que no deseas, el Universo te lo pintará cada vez más negro, aportando más evidencias de lo puñeteramente difícil que es conseguir lo que uno se propone. Pero a medida que practicas el redireccionar tu foco de atención, ves que funciona, que las cosas, las situaciones y las personas a tu alrededor empiezan a cambiar. Entonces se vuelve mucho más fácil e interesante. Es una tarea para valientes que no se creen todo lo que ven sus ojos y que están dispuestos aintentarlo, siguiendo hacia delante con fe ciega en sí mismos.

 

2) ¿Para qué?

¿Para qué quiero conseguir esto que me propongo? Aquí procura darte al menos 5 razones para hacerlo, si son menos, que sean muy convincentes. En lugar de preguntarte por qué, pregúntate para qué. El por qué siempre te lleva a razones y justificaciones pasadas, mientras que el para qué te permite mirar hacia delante, hacia el beneficio que te aportará el conseguirlo.

El para qué es un punto muy importante y es conveniente recordártelo periódicamente, cada día, cada semana, cada mes, según creas más conveniente. Te invito que al principio te lo recuerdes diariamente, por lo menos durante 21 días. Puedes hacerlo como prefieras, desde un post-it en un lugar visible como el espejo en el que te miras cada mañana, en la puerta de la nevera, una alarma en el móvil, o algo más artístico como un collage con imágenes de los beneficios que te aportará conseguir tu propósito … Pero cuando lo veas  no dejes que tu mente te diga «Sí, sí, ya me acuerdo, no hace falta que lo lea». Puede que te de pereza hacer esto, pero si tuvieras en cuenta lo poderoso que es, lo harías con más ilusión. Tendemos a conectarnos mucho con las motivaciones al principio pero si no nos las vamos recordando por el camino, tendemos a olvidarlas, empezamos a perder fuelle y a dejarnos llevar por el desánimo a la mínima dificultad. Pero si avivamos las brasas de la motivación durará mucho más el fuego de nuestra fuerza de voluntad y es cuando nada ni nadie nos puede parar.

 

3) Márcalo en el calendario:

¿Para cuándo quiero conseguir mi propósito?

Ponte una fecha en la que quieres haberlo conseguido. Esto también es algo que nos suele costar una barbaridad, especialmente cuando es algo que hacemos para nosotros mismos y nadie externo nos está imponiendo una fecha tope. Muchas veces es porque ponerlo en el calendario nos hace sentir que estamos asumiendo un compromiso de verdad y que si no lo conseguimos para entonces, habremos fracasado de nuevo. Mientras que si no lo ponemos, nuestro hermoso propósito seguirá flotando en el mundo etéreo de los sueños. También se nos hace difícil cuando no tenemos claro los pasos que necesitamos dar para llegar ni cuanto tiempo nos tomarán.

Olvídate de todo eso, sólo decide cuándo te gustaría empezar a disfrutar de lo que tanto deseas. Las cosas las queremos para ayer, pero si te pides imposibles te vas a desmoralizar.Tampoco funciona ponerse una fecha demasiado lejana en el tiempo, porque si eres de los que en el instituto empezaban a estudiar la noche anterior al examen, lo vas acabar posponiendo y dejando que acumule polvo en el baúl de los sueños eternos.  Por eso, lo mejor es que escojas una fecha con la que te sientas cómod@ pero no tanto como para que se te olvide.

El motivo por el que nos imponemos fechas es porque funcionamos con nuestra mente y ésta necesita que situemos nuestro objetivo en el tiempo. Pero en la práctica verás que es poco importante, ya que si sigues bien los pasos vas a conseguir manifestar lo que deseas mucho antes de lo que te propusiste.

 

Pasos de bebé

No te pongas objetivos a muy largo plazo. Es conveniente desmenuzar un objetivo grande en otros más pequeños, para ir dejándolos por el camino de tal manera que nuestro propósito no nos pese tanto y no nos perdamos antes de llegar a la meta.

Ahora céntrate en el primer paso, ese será tu objetivo. Los siguientes pasos irán apareciendo a medida que avances. Esto puede resultar difícil al principio porque queremos tenerlo todo atado. Pero ese exceso de control es lo que nos ralentiza. Mientras que cuando fluimos, sólo hacemos nuestra parte y después dejamos actuar al Universo.

 

Así que si quieres tomar nota aquí te dejo un resumen de los primeros pasos para avanzar hacia tu objetivo:

Paso 1: ¿Qué es lo que quiero realmente? (Concretándolo todo lo que puedas).

  • Concentra tu atención en lo que quieres.
  • ¿Qué pruebas me servirán para ver mi progreso?
  • ¿cómo sabré que me estoy acercando a mi objetivo?
  • ¿cómo quieres sentirte en la situación deseada?
  • ¿cómo me voy sintiendo?
  • ¿se va pareciendo a lo que quiero sentir cuando lo haya logrado?
  • Siempre en positivo

Paso 2: ¿Para qué quiero conseguir esto que me propongo?

Paso 3: Márcalo en el calendario:

¿Para cuándo quiero conseguir mi propósito?

Da pasos de bebé, céntrate en el primer paso.

 

En el próximo post te invito a probar la segunda parte de esta práctica de La Carta al Universo en el que te presento un ejercicio muy poderoso que te ayudará a acelerar todo el proceso mucho más y a derrotar todos los peros de tu Mr. Hide.

¿Te lo vas a perder?

 

¿Quieres empezar a practicar compartiendo uno de tus propósitos? Déjalo en los comentarios y recibe el sincero apoyo de todos nosotros.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies