¿Quién no quiere ser feliz? Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto mantenernos en la felicidad? Muchas personas piensan que la felicidad es algo que uno solo puede disfrutar en determinados momentos de la vida, resignándose  a gozarla a cuentagotas. Por supuesto hay ocasiones mágicas en las que el tiempo se para y entras en otra dimensión, en las que estás totalmente presente y todo recobra sentido, como cuando te sientes en profunda conexión con otro ser o con todo:

  • ¿Recuerdas aquella primera vez en la que miraste a los ojos de tu amad@ y viste brillar dentro su alma?
  •  O si eres madre, acuérdate cuando te pusieron en los brazos a tu hijo recién nacido. Estabas agotada por el esfuerzo pero lo abrazaste con inmensa ternura llorando de felicidad por ese reencuentro tan esperado.
  • ¿Qué me dices de aquel viaje en el que te sumergiste totalmente en la aventura olvidándote de ti mism@ y de todos tus problemas?
  • ¿Y aquel atardecer tan hermoso en el que todo estaba en perfecto orden divino?…

La felicidad no se manifiesta solo en esos instantes tan especiales, no son imprescindibles los fuegos artificiales y la música de película envolviéndolo todo. La felicidad no tiene porque ser glamurosa, puede ser muy común, te la puedes poner a diario, como esa sonrisa tan bonita que tienes (sí tú, tu sonrisa, no la del vecino). Nos han enseñado que la felicidad es algo que tenemos que alcanzar, que es algo que nos falta y que es externo a nosotros.  Por eso la buscamos en nuestra pareja, en el reconocimiento y el cariño de los otros, en las cosas que adquirimos y nos hacen la vida más cómoda y sofisticada.

 

¿Qué fue antes el huevo o la gallina?

 

 13571483865_09bb66f10d_c
 Photo credit: Nina Matthews Photography / Foter / Creative Commons Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0)

 

Y es aquí donde está el gran error: lo estamos haciendo al revés.  Todo esto que quieres disfrutar está muy bien y además ¡qué narices!, te lo mereces y encima enriquece tu experiencia, te la hace más interesante, más agradable. ¿Por qué no desearlo y hacer que entre en tu vida?

Lo que no deberíamos hacer si de verdad queremos ser felices (y lo hacemos una y otra vez) es atar nuestra felicidad a esas cosas deseadas. Es como ponernos una soga al cuello, anudar el otro extremo alrededor de una roca y tirarla al pozo (sí ya lo sé, a veces me pongo un poco melodramática, no puedo remediarlo, ya me irás conociendo).

Si quieres atraer algo a tu vida porque lo deseas, porque te hace feliz, antes no tendrás más remedio que ser feliz. No vas a poder atraer nada que no vibre a tu misma frecuencia. Es la famosa Ley de Atracción que fascina a tantos pero que la mayoría encuentra dificultades para aplicar en la práctica. Si eres una de esas personas, no te preocupes, no estás solo, es algo que vamos a ir desgranando en futuros posts, veremos cómo funciona y cómo podemos aplicarlo de manera consciente en nuestra vida para así manifestar aquello que queremos. Pero te aviso, no existen trucos rápidos, todo lleva su tiempo, especialmente porque llevamos demasiados años haciéndolo de manera inconsciente y eso sabotea nuestros intentos, atrayendo muchas veces justamente lo contrario de lo que queremos.  

 

 

 

La ley que siempre se cumple y que no aceptamos

 

Hay otra ley universal que siempre se cumple y que nos cuesta una barbaridad aceptar: la Ley de Impermanencia. Sí ya sé, no es nada nuevo, lo hemos oído hasta la saciedad y lo hemos vivido en nuestras propias carnes, solo tenemos que echar un vistazo atrás para verlo claro.

Recuerda todas esas personas que se subieron en el tren de tu vida y que te han estado  acompañando durante un  tramo del viaje para luego bajarse en una estación (muchas veces sin despedirse). Acuérdate también de la risa contagiosa de tu mejor amigo de la infancia, de los colegas inseparables del instituto que desaparecieron cuando estabas en segundo de carrera, las olvidadas cenizas de pasión de los amores pasados, los seres queridos que dejaron esta realidad y que una vez se han ido te preguntas si todo ha sido un sueño o lo viviste de verdad…

Pero los humanos somos tozudos, a pesar de conocer la ley de que en esta vida todo es pasajero, se nos olvida a menudo o ¿acaso nos creemos inmunes a ella y la desafiamos? Cuando la vida nos quita algo preciado nos arañamos la cara y nos rasgamos las vestiduras. Como a un niño al que le han quitado su juguete favorito nos enrabietamos y acabamos llorando a moco tendido. Luchar contra eso no tiene sentido y es lo que nos hace sufrir tanto.

Yo misma he sido la reina de los cabezotas y aún a veces me cuesta abandonar el trono. Me he resistido durante mucho tiempo, demasiado y esa resistencia me ha hecho daño, mucho daño. Pero también me ha fortalecido, porque cuando uno acumula tanta resistencia y tanto dolor te ves empujado a hacer algo para que todo cambie, es lo que me impulsó a decir ¡Basta! Voy a encontrar la manera de dejar de sufrir y ser feliz aunque me deje la vida en ello. Esta promesa me lo hice una tarde sentada junto al mar, después de confesarme a mi misma que no me gustaba el rumbo que estaba tomando mi vida, que ya no quería seguir viviéndola así porque de esta manera no valía la pena vivirla. Quería aprender a tomarme las cosas de otra manera para no hacerme tanto daño.

Firmé mi confesión con un largo suspiro y lancé mi manifiesto enrollado en una piedra al mar. Mientras observaba como mi antigua vida se sumergía lentamente en el agua como el sol en aquel atardecer y a pesar de no saber cómo iba a hacerlo sentí la certeza que lo conseguiría, y eso me dio mucha tranquilidad.

 

 

IMG_5216

 

Entonces por fin se calló la voz de mi mente,  se hizo un silencio y pude escuchar el sonido del mar. Lo que me dijo el mar aquella tarde yo ya lo sabía y lo  había oído infinidad de veces, pero por fin esta vez lo escuché de verdad, con todo mi ser y resonó en todas mis células:

La felicidad no es una meta, es un estado interior, es una opción, la escoges cada vez que la vida te pone a prueba, pase lo que pase fuera, salga el sol o llueva, nos empuje el viento o nos venga de cara, incluso independientemente de tus estados de ánimo. Solo tienes que aferrarte al mástil de la felicidad cuando la vida te bambolee con sus olas. Es algo que escoges en cada instante, tú puedes decidir cómo quieres percibir tu realidad.

Siento tu mirada de incredulidad, si fuera tan fácil….Pues sí, tienes razón, no es fácil, pero es simple. No nos resulta fácil porque no estamos acostumbrados, por eso tenemos que volver a aprenderlo, o más bien a recordarlo y sobretodo practicarlo.

Es igual que cuando aprendiste a ir en bicicleta, ¿recuerdas? al principio te costó, cuando te quitaron las ruedas de apoyo te daba  hasta vértigo. Tu padre tenía que llevarte agarrad@ por el sillín hasta que poco después sin que te dieras cuenta te soltó, estabas conduciéndola sol@. Enseguida cogiste seguridad y ya la llevabas sin manos.  

 

 

¿Preparad@ para conducir tu vida?

Cuéntame

¿a qué estás dispuest@ a renunciar para ser feliz?  

 

 

bicicleta

¡Recibe un enorme abrazo!

Raquel

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies